lunes, 20 de julio de 2009

EL MITO DE LA LECHE

Uno de los alimentos de mayor utilización en nuestra cultura alimentaria es la leche de vaca; por años ha permanecido como parte de la pirámide alimentaria y se nos ha convencido que se trata sin lugar a dudas del alimento más completo brindado por la naturaleza, confiriéndosele en ocasiones hasta algunas propiedades especiales.

Lo cierto es que quizá no se trate de una mala alternativa dentro de nuestro esquema de alimentación, sin embargo esta lejos de ser siquiera la más importante. La propiedad más importante que se le confiere es su aporte de calcio (118mg/ 100g.), y es cierto nos brinda un aporte de calcio, que, sin embargo no es el más abundante, comparado por ejemplo con el del brócoli (130mg.), el perejil (203mg.), la kiwicha (222mg.), los higos secos (230mg.), las almendras (254mg.), la sardina (400mg.), el ajonjolí (1160mg.), las algas (entre 900 y 1300mg.), etc.

Otro aspecto debatible es el de su contenido proteico, y aquí tenemos varias otras fuentes de proteínas a considerar dentro de una alimentación balanceada, como en el caso de las carnes: de res, pescado, aves, cerdo; las proteínas de origen vegetal como la de las menestras, soya, tofu, etc. El huevo es una rica fuente de proteína también; entonces tenemos opciones varias para contemplar otras fuentes de proteína que no provengan necesariamente de la leche de vaca.

En cuanto a su contenido de vitaminas y minerales, los encontramos en los vegetales en general, verduras y frutas. Una regla natural indispensable en la naturaleza, es que la leche es especifica para cada especie, sobre todo en los primeros meses de vida (transferencia de anticuerpos específicos madre-hijo, por especie), somos los únicos seres sobre el planeta que ingerimos leche de otra especie, y en momentos de la vida en que ni siquiera es estrictamente necesaria (la adultez).

Hay que evaluar las opciones, se nos ha querido crear la necesidad de su consumo, para favorecer a intereses económicos ajenos; en muchas otras realidades en distintos continentes, no se promueve su consumo tan agresivamente, ni existe una “cultura láctea vacuna” tan arraigada y los niños tienen un crecimiento normal, y los adultos no sufren de osteoporosis, esto demuestra plenamente que su consumo no es siquiera necesario, salvo por una cuestión de preferencia personal.


Dr. José Antonio Angulo Carrillo
Médico Nutriólogo
CMP 35693